el eslabon agosto 2013

[la edición #129 del periódico El Eslabón incluyó un dossier sobre el estrago acontecido en rosario en el edificio de calle salta al 2100. esta breve columna fue parte de esa edición]
 

A medida que pasa el tiempo y algunas cosas comienzan a estabilizarse, el trabajo de elaboración en torno a lo sucedido en Salta al 2100 comienza a cernirse en torno a las ausencias. Primeramente, las ausencias singulares. Las vidas que ya no volverán. Los modos, singulares también, de estar afectados por estas ausencias reclaman a su vez este tiempo como tiempo de elaboración, como tiempo de invención de un sentido para lo acontecido y, más que nada, de maneras de poder seguir viviendo con lo que pasó, reparando lo susceptible de ser reparado, encontrando la forma de lidiar con lo irreparable. Esta elaboración es múltiple. Se despliega en planos heterogéneos, pero interconectados. Elaboración singular de las afectaciones íntimas, susceptibles de ser acompañadas por presencias familiares, amistosas o clínicas. Elaboración colectiva de las afectaciones sociales, susceptibles de ser desplegadas en demandas de conocimiento preciso de lo acontecido, de justicia y responsabilización en la trama de causalidades generadoras del acontecimiento, invención política que produzca otras formas de coexistencia, otros modos de gestión de la ciudad que no reedite los mismos riesgos.

Las construcciones discursivas en torno a lo sucedido podrán entonces apuntalar este proceso de elaboración múltiple u obstaculizarlo. En este sentido, es importante señalar que, si la elaboración es trabajo de pensamiento que debe crear sentido allí donde lo que se impuso con fuerza devastadora es la ausencia, entonces determinados modos de vincularse con los saberes preexistentes pueden trabajar para obturar esa apertura. Las respuestas no pueden ser previas al proceso destinado a generarlas. Dicho de otro modo: lo ya sabido –lo que los discursos expertos en general, sean técnicos, políticos, jurídicos, sanitarios, periodísticos o clínicos pueden aportar ante la situación- o es herramienta para la construcción de nuevos sentidos u opera como bloqueo de dicha construcción.

Dentro de esta dinámica, el régimen de la opinión se revela como uno de los más problemáticos. La opinión es, en sí misma, una lógica de producción de enunciados sin condición de implicación de quien la sostiene respecto de aquello sobre lo cual está opinando. Es, en este sentido, un régimen de enunciación sostenido por la premisa de la inconsecuencia: se opine una cosa o lo contrario, las consecuencias tanto para quien sostiene la opinión como para el referente de sus opiniones son las mismas y tienden a cero. Pero revelan su efecto obturante en tanto ocupan el campo de la producción de sentido, generando la ilusión de una presencia cuando el trabajo de elaboración no ha hecho más que comenzar.

Acompañar el proceso de elaboración de una afectación implica, en principio, más que una predisposición a hablar, una disponibilidad a alojar, desde la escucha, el silencio que, en tanto tiempo de elaboración inicial, suele preceder la recomposición del discurso y la construcción –mediante un pensamiento que es tanto actividad mental como corporal, tanto ideación abstracta como movilización concreta- de una palabra nueva en torno a lo vivido y su desgarro.

Franco Ingrassia

Agosto de 2013